¿Es el transporte el causante  del incremento de los costes logísticos, o es una queja infundada  de los cargadores porque deben asumir costes que hasta ahora no pagaban?

Este mes hemos asistido a ese gran espectáculo en el que, año tras año, se convierte el Foro Nacional de Transporte, organizado por la principal asociación de cargadores de este país, AECOC.  Normalmente sirve para escenificar la forzada convivencia a la que están condenados transportistas y cargadores, como eslabones de una misma cadena. Eso sí, ha de quedar claro que no al mismo nivel, algo de lo que se encargó ya desde el arranque del foro, su director general, José María Bonmatí, cuando deslizó esta frase al referirse a la Ley de la Cadena de Transportes:  “siempre hemos pensado que no podemos tener una cadena con eslabones débiles, porque se rompe por ahí”.  El “eslabón débil de la cadena”, ese es el papel que ha venido jugando el transporte en la logística con mayúsculas.

Y el hecho de que los cambios que han empezado a producirse, fruto de los acuerdos firmados entre el Comité Nacional de Transportes y el Ministerio de Transportes, hayan mejorado (muy) ligeramente el statu quo del transporte, no parece gustar del todo al gremio del eslabón más poderoso.

Basta recordar que estos acuerdos, en especial los que “tocaban” de facto una relación  comercial muy favorable para sus intereses no  contaron con la bendición  entonces de los cargadores, también representados en el CNTC.

Hemos empezado a oír con insistencia el mantra de que “el transporte es el causante del incremento del precio de los productos, porque ha encarecido la logística”, una  pataleta de niño pequeño del que se ve privado de unos beneficios caídos del cielo a costa del eslabón más «débil».

Y es por ello que, hemos empezado a oír con insistencia de pataleta de niño pequeño el mantra de que “el transporte es el causante del incremento del precio de los productos, porque ha encarecido la logística”. Como poco hay que calificarlo como una “desfachatez”, que pretende esconder que lo anormal era lo anterior, para beneficio del eslabón más fuerte de la cadena a costa del más débil

Es evidente que medidas como la prohibición de la carga y descarga por los conductores supuso un quebranto económico para los cargadores, pues a partir de entonces tuvieron que pagar (de verdad) por un trabajo que estaban realizando los conductores de gratis total. En torno a 2.000 millones se ha llegado cuantificar el ahorro del que se estaban beneficiando los cargadores al no tener que contratar personal específico para realizar la carga y descarga de los camiones…poco me parece.

De hecho, en una encuesta conocida durante el Foro de Transportes, el 72% de las empresas afirma que ha conllevado un incremento de los costes, o lo que es lo mismo, 3 de cada cuatro cargadores admiten que no disponían de personal para dicha labor, y que, en caso contrario, tampoco lo pagaban aparte.

Otro tanto ocurre con la cláusula de revisión de la tarifa de transporte en función de la variación del precio de los combustibles, algo que, recordemos, ya existía previamente a la firma de los acuerdos: la mitad de las empresas cifran un sobrecoste de hasta el 10%, mientras que cuatro de diez elevan el porcentaje hasta el 15%.